El 12 de septiembre, la electricidad se palpaba en el aire del Bridgestone Arena en Nashville. Era la noche en que dos gigantes del rock, Rob Zombie y Alice Cooper, se unían para sacudir almas en su tour “Freaks on Parade”.
Alice Cooper, el cerebro detrás de “Detroit Stories”, es más que un músico; es un fenómeno. Cada año que pasa, refina aún más su destreza. Mientras, Rob Zombie, con su promesa de un álbum inminente y una cinta de horror en el tintero, sigue demostrando que su fuego creativo no tiene fin.
Ver a Alice Cooper en Kansas fue mi iniciación al mundo del rock en vivo. Ahora, estar tan cerca, ejerciendo mi oficio, se sintió como un sueño hecho realidad. Zombie, por otro lado, me había impresionado años atrás con su presencia escénica implacable. Verlo de nuevo fue un revival, un golpe de adrenalina puro.
Cooper irrumpió en escena desbordando carisma. Desde el enérgico “Lock Me Up” hasta la provocadora “Billion Dollar Babies”, nos sumergió en su universo. El deslumbrante solo de Nita Strauss nos dejó a todos en trance, y la fusión de “School’s Out” con matices de Pink Floyd fue simplemente épico.
Zombie pisó el escenario como una tormenta. Con temas que iban desde el desconcertante “Well, Everybody’s Fucking in a U.F.O.” hasta el atronador “Dragula”, nos llevó en una montaña rusa de emociones oscuras y ritmos frenéticos.
Más que un concierto, fue una experiencia que tejía nostalgia, euforia y una pasión inquebrantable por el rock. Si aún no has sido parte de “Freaks on Parade”, te estás privando de magia pura. No te quedes con las crónicas, sumérgete en la experiencia. Porque esto va más allá de la música; es el alma del rock en su esplendor.
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Wish i could have been, looks like amazing concert!
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