De los Gritos de Guerra de Valhalla a la Oscura Bendición de la Catedral Profana
27 de agosto, Nashville, TN – El Ascend Amphitheater fue el epicentro de un terremoto sonoro inolvidable, presentando a Ghost, siempre enigmáticos, y al feroces Amon Amarth.
Ghost, siempre envueltos en misterio y teatro, han estado en boca de todos desde que su última obra maestra, “Impera”, llegó a las ondas. Son más que simples artistas; su maquillaje detallado, sus túnicas elaboradas y sus mascaras espeluznantes los convierten en la encarnación de las historias espectrales que tejen en cada canción.
Por otro lado, Amon Amarth son leyendas por derecho propio. Su nuevo álbum, “The Great Heathen Army”, ha sido como una canción de sirena para los fanáticos del metal. Cada rugido, cada golpe de tambor, da vida a las antiguas historias nórdicas, haciéndote sentir el viento frío del norte y la pasión de las sagas vikingas. Su escenario no es solo una plataforma; es un drakkar navegando los mares agitados, llevando guerreros de ida y vuelta a Valhalla.
El mundo de la fotografía de conciertos tiene sus luces y sombras. Hay esos conciertos que no son solo un trámite, sino momentos claves en un camino. Soy una chica que creció bailando en las calles coloridas de Nicaragua, y para mí, estos grupos no son solo un trabajo, son el sueño. Y los sueños, a veces juegan contigo antes de hacerte caso.
¿Rechazo? Nosotros, los fotógrafos de conciertos, estamos acostumbrados a eso. Pero que me negaran la entrada a este concierto fue un golpe duro. Justo cuando estaba a punto de ahogar mis penas en vino barato, la vida me sorprendió. Dos días antes del concierto, me aceptaron. Grité tan fuerte que mi pareja pensó que me había vuelto loca. Tal vez sí, pero de felicidad.
El Ascend Amphitheater era un mundo aparte. Los fans llegaron con trajes cada vez más elaborados: vikingos, pastores de cabras, monjas con malas intenciones, sacerdotes oscuros y hadas nórdicas etéreas. Cada uno jugando su papel en este gran espectáculo. Anclarme junto al escenario de Amon Amarth fue como estar a las puertas de Valhalla.
El repertorio de Amon Amarth nos llevó por un viaje épico, con temas como “Raven’s Flight” y “Shield Wall”. Al final, sentí como si hubiera viajado a través de una tormenta, caminado con dioses, y estuviera lista para asaltar un pueblo al ritmo de sus himnos.
La transición a Ghost fue como pasar de un campo de batalla a una catedral profana. Su repertorio fue un baile macabro que nos mantuvo a todos en vilo, culminando con una irresistible repetición de “Kiss the Go-Goat”, “Dance Macabre”, y “Square Hammer”.
El ‘Re-Imperatour’ fue una odisea cruda y embrujadora, especialmente para una fotógrafa que encontró su sueño entre las sombras.